Celebrando a Nietzsche


Lou Andreas Salomé, Paul Ree y Friedrich Nietzsche (Foto de 1882).

Para celebrar el natalicio 169, del genial filósofo alemán, Friedrich Nietzsche (15 de octubre de 1844- 25 de agosto de 1900), publicamos a continuación la primera parte del prólogo de Así habló Zarathustra, donde su filosofía hecha poesía, se disponía a partir la historia del pensamiento.
 
Cuando Zarathustra tenía treinta años abandonó su patria y el lago de su patria y marchó a las montañas. Allí gozó de su espíritu y de su soledad y durante diez años no se cansó de hacerlo. Pero al fin su corazón se transformó, y una mañana, levantándose con la aurora, se colocó delante del sol y lo increpó:
«¡Oh, tú Gran Astro! Si te faltasen aquellos a quienes iluminas ¡qué sería de tu felicidad!
Durante diez años, día tras día, has comparecido ante la boca de mi cueva: sin mí, mi águila y mi serpiente, te habrías hartado de tu luz y de este camino.
Pero nosotros te aguardábamos cada mañana, te liberábamos de tu sobreabundancia y te bendecíamos por ello. ¡Mira! Estoy hastiado de mi sabiduría como la abeja que ha recogido demasiada miel, tengo necesidad de manos que se extiendan hacia mí.
Me gustaría regalar y repartir ofrendas hasta que los sabios entre los hombres hayan vuelto a regocijarse con su locura, y los pobres con su riqueza.
Para ello debo descender a los abismos: como haces tú al atardecer, cuando traspones el mar llevando luz incluso al submundo, ¡astro inmensamente rico! Yo, lo mismo que tú, tengo que hundirme en mi crepúsculo. ¡Bendíceme, pues, ojo tranquilo, capaz de mirar sin envidia incluso una felicidad demasiado grande!
¡Bendice la copa que quiere desbordarse para que de ella fluya el agua de oro llevando
a todas partes el resplandor de tus delicias!
¡Mira! Esta copa quiere vaciarse de nuevo, y Zarathustra quiere volver a hacerse hombre».

–Así comenzó el ocaso de Zarathustra.