Por un arte de la diversidad

Carlos Genaro Matus

Hace unos años en una estadía en la ciudad de Nueva York, hice un extenso recorrido por todas las galerías que pude incluir en mi periplo con la intención de verificar mis sospechas acerca del estado del arte en uno de sus centros más icónicos. Miles de personas hacen lo mismo cada vez que están en esa ciudad pero pocas veces tienen en mente la intencionalidad y el rigor que me guiaba en esta ocasión. En mi balance quedaron en claro varias cosas. Una de ellas, la más obvia, indica que “todo vale” en el mercado del arte. La otra no es tan obvia estando allí, pero se acentúa cuando se viaja a la periferia cultural según el término acuñado para designar la geografía del tercer mundo. En esta periferia sólo se considera válido o importante lo que en ciudades como Nueva York es “novedoso”, con todas las implicaciones peyorativas de este término. No es posible esperar que un ministerio de cultura en un país como Colombia apoye con sus recursos e infraestructura nada distinto a ese concepto de lo novedoso.
Lo que resulta más insólito todavía es que también el circuito de galerías privadas opte por tomar el mismo camino y enfatice una sola visión conceptual o enfoque administrativo de la producción artística. La diversidad debe o debería ser una práctica auténtica, el factor determinante de un criterio curatorial lo más equilibrado posible, pero en la realidad algunas formas de arte están relegadas y sometidas a un plano secundario, en abierta contradicción con los argumentos de la misma híper modernidad que los postuló. La iniciativa saludable que se evidencia en propuestas como la del grupo de artistas de la muestra “Entornos”, ya está siendo replicada por otros colectivos similares en Bogotá y otras ciudades del mundo. Su novedad está en la libertad creativa que la impregna, exenta de los vicios de las curadurías y en su contacto directo con el público. Estos artistas no renuncian ni niegan los circuitos de difusión oficiales o convencionales como los salones nacionales de artistas, las galerías o las ferias de arte; simplemente se agrupan y generan una muestra en sus sitios de trabajo, gestionada con recursos propios bajo el criterio único de la calidad plástica y conceptual. De este modo, abren un nuevo canal de difusión y comunicación más honesto, con una atmósfera alejada del esnobismo manipulador y las entelequias vacías que predominan por doquier.