Clandestin de Alfredo Fressia


Alfredo Fressia posee la felicidad infrecuente de la intimidad de su voz con la poesía. Es lo que permite que nos identifiquemos con este paradójico Clandestino: nos reconocemos en sus versos en el mismo momento en que sus poemas nos cambian, nos vuelven otros por el mismo hecho de haberlos leído. Existe en la escritura de Fressia una sabiduría de sí mismo, un nosce te ipsum que va más allá del mero discurso confesional para interpelarnos directamente. Se trata de una poesía que habita palpablemente los lugares, las pérdidas, los temperamentos, los diálogos abiertos con las voces de los vivos y los muertos, para hacer de todo esto un medio –casi olvidado hoy– de leer el mundo. Poesía que sólo puede ser entendida in the unstopped ear, como lo decía Ezra Pound al comienzo de su Mauberley. Ese es el sentido último de la poesía, y la de Alfredo Fressia es una de las más vivas hoy en Latinoamérica. Dirceu Villa

Alfredo Fressia nació en Montevideo, Uruguay, en 1948. Reside en São Paulo, Brasil, desde 1976. Su obra poética, distinguida por premios importantes en Latinoamérica, está traducida a varias lenguas. Crítico literario y cronista, es también traductor de poesía brasileña en español. 


(FINAL)

Cierro todo ciclo; en mí me acabo.
Tiresias contempla al travestí en silencio,
por siglos se responde un eco humano
y en mí me acabo.


LA ÚLTIMA CENA

Uno de estos días
se me escapaban cuervos de los bolsillos
y un huevo en el alma
como un malentendido, como el alma,
me obstruía el esófago. Victimario
de los cuervos, antes huevo, y alma,
ellos me anulaban como a un muerto.
Escribo la sombra del alma en el esófago.
Soy traidor, como un viaje fabuloso
alrededor del cuervo,
del huevo o de la muerte.
Soy un malentendido amenazante
y en peligro, un espantajo,
inútil como un huevo, después cuervo
o la poesía.


RETRATO    

Mira el espejo en la vidriera
y todo se refleja menos él.
Se refleja su cuerpo, ve
sus ojos, con ojeras, ve
su ropa, puesta con cuidado,
ve que aprendió finalmente
que el mundo es de los otros,
cuidadosamente de los otros, con ojeras
de los otros y esta calle y la Patria
y las reglas de este enfermo,
este suspecto hijo de nadie, este
anónimo en la calle y en la vida
de los otros que no miran
el espejo en que él se mira
entero y está ausente.