Dos cuentos de Lucy Tello

Lucy Tello Murillo nació en Santiago de Cali en 1947. En 1974 obtuvo el título de Consejera Psicológica en la Universidad del Valle. Entre 1989 y 1991 coordinó el taller literario de la Universidad Libre. En los años siguientes, con la Cámara de Comercio de Cali realizó los talleres de expresión literaria infantil en el municipio de Yumbo. En 1992 dictó talleres en las escuelas públicas del Distrito de Aguablanca. En 1981 ganó por unanimidad el concurso nacional de minicuento convocado por la Universidad del Quindío y la revista Termita. En 1987 el Museo Rayó publicó su poemario Canción de las sirenas. En el 2005 las Ediciones La Escala de Jacob de la Facultad de Humanidades de la Universidad del Valle publicó su libro Poemas.
Aquí dos de sus ficciones enviadas exclusivamente para Con-Fabulación.

 

UNA FISURA EN LA NOCHE





La Edad de oro, Luis Buñuel. (Escena de la vaca sobre la cama)

¿PUEDE el delicado tejido de la noche desgarrarse? ¿Visitarnos lo insólito a través del sueño o de la lucidez del insomnio? ¿Abrir brechas, fisuras por donde aceche lo extraño? Lo digo porque hay momentos donde el orden de las cosas cotidianas  se rompe con críptica facilidad abriendo resquicios por donde se escapan los hechos del otro mundo.  Como hace unas noches me hallaba en mi cama, con  la habitación en penumbra y teniendo al frente el ropero abierto de par en par, veo entonces cómo una de las sábanas cuidadosamente doblada, va adquiriendo una enorme y fantasmal cabeza de vaca. La silenciosa y blanca extensión de la tela fue elevándose sobre sí misma e inmediatamente, con la paciente y acuciosa dedicación con que estos animales triscan y rumian, la vaca devoró cada una de las sábanas del estante, siguió luego con mis vestidos, medias, sostenes, calzones y cuanto encontró en el armario. Cuando hubo terminado, con largos y ahogados mugidos se dirigió fuera de la habitación hacia la puerta de la calle. Atravesó la sala luchando por conservar su precaria y enorme cuadrupeidad.  En la calle, a la luz mortecina de una bombilla, con paso cansino e inconsistente la vi perderse al cruzar la esquina.  Al día siguiente, unas cuadras más adelante, al abrir la puerta, el frente de mi casa apareció lleno de trapos. 
El incidente me ha dejado un serio problema: por falta de ropa he quedado prisionera en casa, sólo me cubro con una vieja ruana salvada del festín por estar guardada en el cuarto de san alejo. Con los tiempos que corren y el dinero tan escaso, difícilmente podré renovar mi ajuar.


VISITANTES

 

I.


LLEGABA en la madrugada. Sus pasos rompían el silencio y se posesionaban de la casa. Rondaba acechante haciendo pasar su sombra una y otra vez tras la luz del umbral. Se detenía luego. Con la quietud, crecía su poder. Era fácil adivinar el gesto altanero y ominoso de su rostro sin cara.

II.



Antes de dormir cerró puertas y ventanas; la casa, como una tumba, albergó sombra y silencio.  Estaba sola. ¿Quién entonces, tocaba a aquellas horas, la puerta de su cuarto?