Juan Pablo Roa


Ofrecemos a nuestros lectores dos poemas del colombiano Juan Pablo Roa (Bogotá, 1967) quien tras un viaje por Portugal e Italia, motivado por un doble luto familiar, realizado durante la década del noventa, se radicó en Barcelona, donde se desempeña como editor y traductor. Juan Pablo ha publicado los libros: Ícaro, (Bogotá, 1989), Canción para la espera (Bogotá, 1993), El basilisco (México, 2007) y Existe algún lugar en donde nadie… (2011, XXXV Premio de Poesía Vila de Martorell de 2010). Es fundador y director (junto con Roberta Raffetto) de la revista Animal Sospechoso, editada en España.


REGRESO

Dejemos nuestra casa en orden antes de cerrar, por última vez, sus puertas
Virgilio Piñera

No puedo abrir la boca sin dejar pasar una cierta admiración.
Una puerta abierta en su mugre de casa vieja, de patio y baldosines de ajedrez, la boca abierta de un niño que grita, que llora ya sin llanto.

Su voz está en otra parte. En otra casa tal vez, o a lo mejor el niño llora sólo en sueños: ha crecido, ha restaurado y comprado la casa. La puerta estará ya cerrada para que no se pierdan otras cosas, para que el elemento salobre de las semanas no comience a invadir el mañana y el después de cada día.

Mientras escribo no puedo ya hacer nada. Ese hombre adulto llora en sueños, sin voz. Sus gritos se fueron a otra parte.
Abro la boca con cierta admiración y dejo pasar al niño. Es más: dejo siempre abierta la puerta.


* * *

Todo hijo es el hijo pródigo
en vida, en marea estéril
y después,
más allá del lienzo fresco,
la mano que pinta y es estar.

Todo hijo es un hijo pródigo
y la madre, que ya no es como agua,
hoy así lo nombra:

«abrazo, ausencia, niño

que aún sigues siendo en otros brazos».