Miguel Torres Pereira


Nacido en 1960 en Arjona (Bolívar - Colombia). Licenciado en Ciencias de la Educación, especialidad Biología y Química de la Universidad del Atlántico. Perteneció al taller literario Candil de la Universidad de Cartagena. Ganador del concurso de poesía Casa Silva en Cartagena, 1993. Premio de poesía “Jorge Luis Borges” (Universidad del Magdalena, 1995). Premio de poesía del Caribe Colombiano (Universidad del Magdalena, 1998). Primera mención Concurso Nacional “Gustavo Ibarra Merlano”, 2005. Autor del poemario De luna y piel en otro ámbito publicado por la Secretaría de Educación Distrital de Cartagena, 1996 y de Estación del instante (Común Presencia Editores, 2008). Cofundador del taller literario Encuentro con la Palabra. Aquí dos poemas inéditos enviados exclusivamente para Con-Fabulación.


EN EL FILO DEL ENIGMA

Se me antoja cantar el abandono
en la víspera del miedo
en el insoportable filo del enigma
Anunciar la primicia de un dolor legítimo
en la orilla furiosa del invierno
                                y su relámpago terrible
cuando clama un pedazo de noche
para su naufragio en el espejo
Descubrir el abrazo de infinito
en el último grito de mi sangre
su presagio en los límites
                                  clandestinos del exilio
Deshojar la perplejidad que canta
                                  el asombro de encontrarme negado
en la soledad esférica de la muerte
                                  en la impunidad brutal del olvido


PARA ABREVIAR ESTOS ABISMOS
           
La noche ensimismada
en su silencio unánime
acoge el vértigo
que traduce el lenguaje secreto de la zozobra

Coordenadas anónimas
de cada muerte que anticipa la caída
frente al vacío indescifrable
de espejos que devoran en su enigma
toda luz posible 

El asedio de una lágrima
en la pupila del miedo
me confirma esta nada que alojo
me niega este todo que grito

Somos silencios en la canción nómada
que confiesa sus raíces
                             en el duelo del pájaro
que llora al cadáver mutilado
que alguna vez hemos sido
                             en cada río recorriéndonos
con su grito terrible
                             en la trayectoria del relámpago
que enciende el pabilo de la noche  
                             en la última llovizna
que bebemos en las manos
para reinventar el vértigo
                             en cada puente colgado
que abrevia estos abismos
donde oficia el dolor de ser fugaces
en el último salto
                             en el único vacío.