Siete ensayos sobre Héctor Rojas Herazo de Gabriel Arturo Castro



Por Nelson Romero Guzmán

“Son pocos los libros que hoy despiertan una profunda inquietud; son contados los autores que, a través de una escritura filosa y carente de concesiones, pueden provocar en los lectores una extraña mezcla de entusiasmo y malestar”. Estas palabras que para muchos pueden parecer insurgentes y provocadoras, resultan exactas para referirse a la obra del poeta colombiano Héctor Rojas Herazo; esas mismas palabras dirigidas con cierto sarcasmo a toda una desesperada producción poética nacional, en buena parte son aproximativas a la poesía de Rojas Herazo que fraguó una obra de “escritura filosa”, “carente de concesiones” y a la vez llena de entusiasmo y malestar. El anteriores el tono del último libro del poeta, ensayista y crítico bogotano Gabriel Arturo Castro que, con el título “Entre el mundo del lenguaje y la memoria”, aborda la poesía de Héctor Rojas Herazo a partir de siete ensayos. El poeta que naciera en Tolú en 1929 y falleciera en Bogotá en el 2000, dejó una de las obras más emblemáticas de la poesía colombiana que empieza a ser asediada por la crítica.
Quienes hemos seguido de cerca la escritura crítica y ensayística de Gabriel Arturo Castro, sabemos que ella reflexiona permanentemente sobre el fenómeno poético y estético en general y de paso también hace reflexionar al lector en forma crítica. Al abordar la poesía de Rojas Herazo, no sólo el autor de los presentes ensayos críticos nos está dando razones de por qué estamos frente a una de las obras más auténticas de la poesía colombiana, sino que se está preguntando constantemente por el ser de la poesía, a la vez que advierte algunas claves que nos ayudan a comprender en el verdadero creador dicha autenticidad. Cuando Castro Morales afirma: “La poesía de Héctor Rojas Herazo es el despliegue de una experiencia” o, lo que es lo mismo, está impulsada por una “experiencia interior”, está creando una frontera invisible entre aquellas producciones auténticas que tienen una fuerza y un movimiento propios, es decir, hacen el viaje de adentro hacia afuera y viceversa; las otras son las inauténticas que sólo alumbran una “verdad exterior” y por ende son contemplativas y narcisas en su génesis, es decir, carentes de vida, como aquéllas que se encumbran en los asombros culteranos o se ensimisman en la contemplación de la belleza como única vía de salvación del arte.
El mundo poético de Rojas Herazo, su lenguaje, como prefiere designarlo Gabriel Arturo Castro, se nutre de la percepción de un mundo directo, cotidiano, circundante de la experiencia; de ahí la sencillez de una obra en la manera de combinar las palabras del idioma, la sinceridad de su verbo que se alimenta de barro, estiércol, catarro, sudor, “la pezuña y el óxido”, “el zumbido de las totumas”, el ronquido y la sarna, en fin, los elementos más ásperos donde está el hombre con su experiencia vital, sus elementos primordiales, despierto con sus sentidos de cara al mundo, lejos de los culteranismos que lo enajenan en la historia y lo enmascaran en la belleza, sin diálogo con el tiempo presente del hombre. Así nos hace pensar el libro de ensayos de Castro Morales, quien cita este memorable poema de Rojas Herazo:

UNA LECCIÓN DE INOCENCIA
Van Gogh pintó una vez
El retrato del mundo.
Allí estaba todo:         
Las flores que se abren
Y las puertas que se cierran,
Los días del llanto
Y los días de oro,
Los senderos y los sueños,
Los ramajes y las palomas.
También un niño
Mirando dos amantes
Y también la hora del nacimiento
Y la muerte de cada hombre.
Para lograr ese retrato, Van Gogh
No tuvo sino que pintar una silla.

Justamente, esa inocencia del artista que percibe toda una totalidad, una historia y una memoria del hombre a través de un elemento tan humildey cotidiano, es lo que Gabriel Arturo Castro resalta en Rojas Herazo, el poder de su lenguaje capaz de elevarlo cotidiano al misterio. Aquí resalta el autor de los presentes ensayos una de las claves del tono del poeta caribeño como lo es la escritura entrelazada al habla cotidiana.
Las claves más importantesde una escritura cumbrecomo la de Rojas Herazo, “llena de entusiasmos y malestar” (entusiasmo del acto creador y malestar del hombre), son abordadascon el mayor rigoren los siete ensayos de Gabriel Arturo Castro para dar cuenta de los mecanismos del lenguaje que resuelve la representación del mundo en obra: la epifanía entendida como el impulso interior que permite “llegar a la frontera donde se suspende el tiempo y se materializa la emoción en un espacio sin límites de nuestra propia memoria” dando paso a “una revelación que expresa el yo en el otro” producto de la iluminación súbita; “epifanía en Rojas Herazo es la voz en acción que detiene el tiempo, lo congela para que el poema permanezca”, puntualiza Gabriel Arturo Castro. Otro de los tópicos de reflexión explorados en los ensayos es el de “el tiempo interior” y “la experiencia vital”; en este punto la memoria está en el centro de la vida interior del tiempo poético: “La poesía de Rojas Herazo podría ser, de acuerdo con esta reflexión, una experiencia desde adentro, diálogo entre el mundo exterior e interior, los cuales se verán afectados por el quehacer del individuo, de su experiencia comprometida, intensa, gratificante, constructiva e inteligente”. Luego el ensayista pasa a revisar otros trasuntos  como la actualización y recuperación del pasado, la metáfora como imagen del mundo, el alcance místico de las palabras, la poética del otro y lenguaje como suma  del mundo en la obra. En esa poética del otro, Castro Morales percibe la poesía de Rojas Herazo como “un teatro de voces”en la que su yo poético aloja voces anónimas dando paso a la alteridad.
Los ensayos dialogan en forma permanente con la poesía de Rojas Herazo en varias citas de sus poemas, con los comentarios críticos a la obra del poeta toludeño hechos por Gabriel García Márquez, Henry Luque Muñoz, Fernando Charry Lara, Luis Alfonso Ramírez Peña, Alfonso Cárdenas Páez, Peña Dix; además apoyado en la filosofía de Bergson, Heidegger, el pensamiento literario de Blanchot, Paz, Bachelard, entre otros. Pero es el patio, centro del mundo creado por Rojas Herazo, donde Gabriel Arturo instala el origen de su creación. En el patio de la casa de sus abuelos en Tolú hallamos el mundo primordial,  el Paraísode barro que da origen a sus criaturas poéticas; en ese lugar mágico de la infancias ocurre elretorno del tiempo y del mito,se congreganlos personajes del malestar de la historia prefigurados en la poesía de Rojas Herazo: Caín, Abel, Satanás y hasta el propio Lázaro reencarnado en el cantanteAgustín Lara, de acuerdo a la manera como nos presenta su mundo el auto de estos ensayos.
La escritura de Gabriel Arturo, que ha tenido en José Lezama Lima yBlanchot a dos de sus mayores ejemplos en el ensayo, invita no sólo a leer de manera inteligente la poesía de Héctor Rojas Herazo, sino a leer en general la poesía, a entender la interioridad como el impulso primario sin la cual la creación dejaría de ser auténtica; interioridad como movimiento que pone en juego en la escritura poética un complejo mecanismo de elementos psíquicos como la epifanía, la intuición, la memoria, la experiencia, la metáfora, la imagen, la inteligencia, entre otras.