Reflexiones Santas


Entre Papas y Apóstoles Hambrientos

ÁNGEL BECCASSINO
FERNANDO MALDONADO
Inauguración: Jueves 21 de marzo, 7 p. m.
GALERÍA LGM/ Zona T  - Carrera 13 # 82 - 91, Bogotá, Colombia. Entrada Libre.



 Por Fernando Maldonado y Ángel Becassino

Si el cristianismo esencial ha perdido el rumbo ahogado por el poder y la política, el arte actual se ha transformado en un ejercicio vacío e intrascendente para el común de la gente.
Pero aquí llegan al rescate dos artistas, en plena Semana Santa, para poner en escena algunas miradas diferentes, que quizás en estos días de Papa nuevo dejarán pensando a algunos en que otra iglesia es posible.
Los hechos: En el cristianismo, el máximo mediador entre Dios y el género humano es el Papa que ocupa el sitio de Pedro, aquel discípulo de Jesús. Sobre Papas y la fe de aquellos Apóstoles que acompañaron a Jesús en su última cena, se centran estas Reflexiones en técnica mixta sobre lienzo, en el caso de Maldonado, y en bronce, alambre de púas y ensamblajes, en la obra de Beccassino.
Transgresoras de las formalidades detenidas en el tiempo, por una extraña casualidad estas Reflexiones Santas nos instalan en el momento tan actual en estos días, en que en los pasillos Vaticanos los Papables divagan en sus mundos internos.
Escribe Maldonado, explicando el tema de su interés reflexivo: “En el mar subconsciente de imágenes que parece conectar a todos los  humanos del planeta, existe un arquetipo que cambia de atributos  y rasgos físicos según el momento histórico o la época. Es la idea de un miembro  de la comunidad que en un momento dado entabla contacto con lo sobrenatural. “Este mito elaborado  persiste desde el momento en el que nuestra especie  comenzó a verse a sí misma como el producto de un hacedor externo, un demiurgo, un dios. La idea se fue refinando durante miles de años y cada cultura creó su propia versión de este mediador hasta alcanzar la complicada filigrana de las religiones actuales”.
En tanto esto, los ensamblajes de Beccassino retratan la encrucijada de fé, el Espíritu Santo al fondo de los espejos, la reencarnación de Jesús en Bolívar, y la Última Cena a través de las cucharas que cruzaron por aquellas bocas hambrientas de conocimiento, en una particular composición, donde Cristo es el reverso de una cuchara, y la convexidad a la espera de alimento de 12 cucharas le rodean.
Presentando su propuesta escribe Beccassino: “Un pulpo de fuego dominando nuestro pequeño cielo, el sol, gran Dios primero, ilumina el desierto que alimenta olivos, por entre los cuales trece hombres caminan. Esa noche consumarán su último encuentro. Todo ataúd es un barco, y todo Dios un objeto, después de haber sido medicina, sabe Jesús. Reforzar o decorar los muros. O abrirles una puerta. Cada uno elige su tarea, piensa Judas.
“Una flor flota en el caldo. El Elegido la toma con la mano, la acaricia, la lleva a la nariz, cierra los ojos, huele. Luego la muerde, como a un pescado. Entonces observa la cuchara, piensa en Magdalena, evoca algún instante de desintegración entre sus labios. Con desgano, viendo comer a sus amigos ve el proceso, cruza por su mente la alquimia presente en las heces fecales, en nuestra naturaleza de transmutadores de materia. “Todo está bien”, dice Pedro en ese instante, y él piensa ahora en que al Gran Extraterrestre, su padre, le cabría el nombre de “Todo” como un guante.