Dos cuentos de Nixon Candela



Nació en Pauna, Boyacá. Poeta y prosista. Ha participado en diversos talleres de creación poética, de novela y de cuento. El zar de la muerte, negra epifanía, Lección en la penumbra(Novelas); Narraciones Urbanas, Coscuez(Libros de cuentos) y Canipa sobre el pebetero del olvido (Poemario), conforman su obra inédita. A continuación dos de sus minificciones más recientes.


INDUSTRIA NACIONAL

Aunque me cueste reconocerlo mis compañeros y yo hemos llorado al abrazarnos. Ninguno de nosotros puede ya dormir en calma; sabiendo que en horas de la mañana abrirán nuestra celda, sacarán a uno de nosotros y se lo llevarán para que nunca regrese. Por rumores inequívocos nos hemos enterado que a nuestros compañeros desaparecidos les incendian la cabeza.
Ahora, los demás vivimos aquí, encerrados, en continua conmoción. Algunos insensatos dirán que sufrimos de cierta histeria colectiva; pero nuestra apatía a un nuevo amanecer es lo único cierto que existe hoy por hoy en nuestras vidas. Estamos hacinados en esta celda; con poca luz, y ha sido cada día mayor el temor a verla, porque terminaríamos conflagrados. Ése es nuestro triste destino: servir de llama por un instante y nada más. He comenzado por ventilar pensamientos de liberación. He pensado que si alguien nos quisiera quemar, formemos antes de ello una gran luz; un fuego indomable que despierte voluntades; pero tal vez por ello es que precisamente estoy encerrado en esta cajita. Afuera de aquí saben que soy incendiario. Mis amigos y yo, al igual que la mayoría de los hombres somos carne de cañón al servicio de unos pocos. Sin embargo, ser un fósforo es ser un pequeño anzuelo en el inmenso y frío estanque de la oscuridad.


GATO NEGRO

Pavor de los tejados; fantasma bohemio; frío y egoísta que con rasguños mantiene despierta a la oscuridad.
Su práctica lo induce a arrastrar a sus víctimas más allá del agujero por el cual las ve salir.
Lleva una hoz entre sus patas para saciar su hambre. Nunca ha soñado para sí un rebaño de ratas. Las acuna con el filo de sus garras –Su zarpazo es relámpago certero-, les hinca el colmillo en tanto maúlla su supremacía.
Con su ritual de muerte lleva a cabo el espectáculo que su instinto ofrece a sus entrañas, y si en la altura lo sorprende lo imprevisto, le da vuelta en el aire a la fatalidad con su cola para caer sobre sus patas.
El gato elige para sí el vértice donde reine la penumbra. Por ello, cuando a medianoche sus cabezazos y su siniestra ternura hecha ronroneos nos toquen el sueño, mirémoslo a los ojos y no dejemos de cubrirnos con frío de su mirada escrutadora.